Arranca lentamente un poco de pasto del suelo, lo mira con desdén y suspira pesadamente. La luz de la luna ilumina tenuemente la cima donde se encuentra. Contempla las incontables luces de la ciudad que se desparrama más abajo, lamiendo las faldas de la cadena montañosa sobra la que está parado. Aún no ha revisado las señales para asegurarse pero por lo que ve, puede intuir que ha fallado de nuevo. Con desgano toca el aparato ovalado y negro que le cubre todo el oído derecho, alargándose en una redondeada extensión rectangular que le corre por el rostro hasta casi tocarle el ojo. Al instante, un pequeño cristal verde emerge del oscuro brazo. Empieza a recibir imágenes y escuchar sonidos, repasa rápidamente las frecuencias de radio y televisión. Luego de unos segundos frunce en seño y el cristal deja te transmitir. Es un hecho: falló de nuevo.
Se da la vuelta airado, con el puño cerrado casi golpea la gran esfera negra y opaca que flota detrás de él, pero se detiene; en su lugar entrecruza los dedos y lleva las manos pensativo hacia su rostro, suspirando de nuevo. ¿Cómo es posible? –se pregunta por enésima vez- ¿Quién o qué hizo esto? ¿Cómo lo soluciono? El verde claro donde se encuentra está apenas a unos metros de una gran iglesia que, según él, no debería estar ahí: en ese lugar debería encontrarse el cuartel general del Ministerio de Exploración Temporal de la Federación. La iglesia fue demolida a principios del siglo 20, perdida por abandono, mientras que su templo hermano, una montaña más allá, fue convertido en biblioteca. ¿Por qué sigue ahí? ¿Qué pasó?
Su visor emite un liguero chasquido y algo de texto empieza a desplegarse en él. Lo lee con rapidez, buscando las palabras clave que busca. Este mundo está mejor, desarrolló energía nuclear sin autodestruirse en una guerra y tiene algo parecido a la Supra-red; pero eso es todo, un mundo bárbaro de todas formas.
- ¡Maldita sea! -exclama finalmente mientras se golpea el pecho enfurecido- ¡No puedo seguir así!
Hace lo que para él fue una semana, salió en su capsula temporal a explorar el periodo pre-cámbrico y recoger muestras de fauna ediacara; un día cualquiera. Pero cuando regresó el mundo que tan bien conocía se había ido, remplazado por una bárbara copia. Recordó su entrenamiento y revisó sus instrumentos: las señales eran claras, estaba en un tiempo falso, una línea alterna antinatural, provocada por alguna suerte de anomalía que había terminado por destruir a la Federación y sumido al mundo en el retraso tecnológico que aún veía. Estudió los causes temporales y descubrió el periodo en el cual había sucedió: el siglo XVIII. Pero por más que intentó no pudo dar con el momento exacto, con la modificación precisa que descarriló la historia.
En su lugar, optó por tratar de modificar el tiempo falso y reparar así su realidad. Hizo una larga lista de pequeños cambios en diferentes momentos y lugares, pero por más que lo intentaba no lograba restablecer el 2017 que conocía. Después de todo solo era un biólogo temporal, no un cronólogo. ¿Está perdida la Federación para siempre? Se preguntó contemplado el plateado emblema en su pecho, el oscuro traje ceñido el cuerpo que portaba y sus negras botas y guantes de cuero. Observó de nuevo la ciudad a sus pies y no pudo evitar sentirse asqueado. La que conoció como la ciudad más avanzada el mundo ahora era un desordenado desastre que ni siquiera disponía de la mejor tecnología de aquel mundo anticuado y falso.
- Tengo que encontrar la causa –se dijo.
Una abertura circular se abrió en el centro de la esfera y se expandió hasta consumir la mitad de esta, dejando ver una alta silla gris, rodeada por planos paneles cristalinos plagados de botones y gráficas. De los pies de la silla emergió un pequeño disco que bajo hasta sus pies, se subió a este y con él se elevó y giró hasta quedar sentado dentro de la esfera. Esta volvió a cerrarse entonces.
- Encontrar la causa –se repitió mientras el cronomotor se preparaba para otro salto hacia el pasado- encontrar la causa y restaurar la Federación Latinoamericana.
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