La visión de Zirad se vio afectada de pronto, era de día, el trono de Ha brillaba furioso en el cielo y se reflejaba, cegador, en la amarilla arena que ahora los rodeaba, formando uniformes dunas que cubrían todo cuanto podía ver; enfocó un poco su visión y se centró en la única figura que despuntaba en el horizonte, era un arco übrim, tan lejos que el oficial pudo cubrirlo con su mano abierta. Pensó por un momento: habían cruzado el arco en Talas, justo después de aquel ejército, ahora estaban en un desierto que no podía reconocer y otra estructura como esa de veía a lo lejos pero al parecer estaban solos, Jeenpor, que justo en frente analizaba también la situación, y él; del ejército no había rastro.
- Jeenpor –le dijo- ¿reconoces el lugar?Zirad miró hacia arriba y lo analizó, el trono de Ha le resultó más brillante de lo normal.
- Resultaría lícito conjeturar que nos situamos en el gran desierto de kropal, pero me temo que tal conclusión resultaría errada.
- No tiene un arco.
- Discrepancia obvia mas no inequívoca, proporcionado que en el poblado de Talas tampoco se ostentaba una estructura como esta. Por el contrario, es el trono de Ha el que me exhorta a tal afirmación.
- Es… más… ¿Grande?Antes de que el oficial pudiera comentar una voz lo arrancó de su conversación.
- Ciertamente Zirad, mucho más de lo usual.
- ¿Por qué?
- Posiblemente… aunque no lo creo innegable… hemos arribado al trono de Kre.
- ¡¿Al trono de Kre?! ¡Es una leyenda!
- Un mito, para ser más precisos; de la misma naturaleza pintoresca que los arcos übrim.
- ¡Metálos! ¿Tan lejos de Ulath?Los dos amigos giraron a su derecha, un hombre cubierto en telas carmesí montando en un camello enganchado a una pequeña carreta los miraba con cortesía.
- Soy Tahir, comerciante de la lejana Fumal, al sur, ¿la conocen?Los metálos se miraron, era claro que tenían que ir a Krashik si querían respuestas. Zirad preguntó:
- No –contestaron los dos.
- ¿Qué los ha traído tan lejos? ¿Van a unirse al ejército en Krashik? ¿Son mercenarios?
- ¡¿Krasik?! –exclamaron mirándose sorprendidos.
- ¡Sí! ¿Van para allá? Lo digo porque no están tan lejos, un poco más al norte vi a ese ejército fantasma del que hablan.
- No sabemos nada de eso, la verdad –explicó Zirad- ¿Cuál ejército fantasma?
- Un ejército que apareció hace un par de meses, hay quienes dicen que cruzó el arco de Egú –dijo señalando la estructura en el horizonte- marchan hacia Krashik.
- ¿Cómo llegamos a Krashik?La transacción se realizó y el hombre partió, los dos metálos lo dejaron ir con ansias de hacerle más preguntas, pero sabían que demostrarse faltos de conocimiento frente a un comerciante era tan peligroso como ir a la guerra desnudo, prefirieron averiguar lo demás por su cuenta. Debían moverse rápido, sin agua, en semejante calor, los metálos no aguantarían ni siquiera lo que un humano.
- Tengo un mapa. Dos monedas de oro.
- ¿Y agua?
- Solo me queda la mía, lo siento… sin embargo no están tan lejos de Krashik, estoy seguro que aguantarán.
- Gracias, deme un mapa entonces.
- Egú, el übrim del fuego –murmuró Jeenpor para sí, al dar el primer paso.Ekia los seguía de cerca, dando cortos y gráciles saltos para ocultarse duna a duna, su negra capa había respondido como debía y tomado el tono de la arena, ni siquiera el comerciante la percibió. Sin embargo algo de lo que dijo se quedó en su mente, le recordó una ronda infantil que los niños de Suralnia suelen cantar, hasta ese momento no había sido nada más que eso.
Corre, corre gran guardián
De Krashik el protector
Porque el übrim despertó
Con su fuego abrasador
Corre, corre gran guardián
De la dorada ciudad
Valentía y gran tesón
Coraje y pundonor
Corre, corre gran guardián
Que al gigante hay que enfrentar
Y que así la luz de Ha
Brille aquí un día más
Corre, corre gran guardián
De Krashik la dorada
Porque al übrim vencerás
Con tu fuerza nada más
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